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viernes, 27 de marzo de 2015

ASSIA DJEBAR, lingüista, directora de cine, profesora, traductora, escritora e historiadora.


Assia Djebar  seudónimo literario de Fatema Zohra Imalayen (Cherchell, Argelia, 30 de junio de 1936 - París, 6 de febrero de 2015) 

Su verdadero nombre es Fátima-Zohra Imalayene, nació en Argelia en 1936, cuando este país era aún colonia francesa. Por línea materna tiene orígenes bereberes. En esa época las niñas argelinas eran retiradas de la escuela por sus padres cuando llegaban a la edad de 10 años, esta era la edad en la que contraían matrimonio; tal y como sucede hoy en día en varios países musulmanes, como Afganistán, por ejemplo. Assia Djebar corrió con la suerte de tener un padre que supo entender la importancia de la educación, no sólo para los hombres sino para las mujeres, e incluso fue aún más lejos, ya que su deseo ferviente era que su hija se educase como una francesa. Es por ello que en el otoño de 1955 la envía a París para realizar sus estudios en la Escuela Normal Superior. Este dato, que pareciera anodino, se convierte en algo trascendental, ya que Assia Djebar es la primera argelina en ser aceptada en este centro educativo. Pero antes de dicho ingreso ya había cursado estudios en una escuela coránica privada y en el colegio de Blida, donde realizó estudios de griego, latín e inglés. Después de la independencia argelina, en 1962, regresó a su país y trabajó como profesora de historia moderna y contemporánea, en la Universidad de Rabat y luego ingresó como docente a la Universidad de Argel. Aunque su lengua materna es el árabe, es la lengua francesa que ha escogido para su enorme producción literaria. No obstante, desde los años 70 estudia el árabe clásico y ésto le ha permitido enriquecer aún más su estilo y la calidad estética de su obra. Assia Djebart es una mujer comprometida con su género y con su país.

Su producción abarca desde nouvelles (novelas cortas), novelas y poesía, hasta ensayos y obras de teatro; sin olvidar su oficio de cineasta -gremio que ha sabido darle el reconocimiento que se merece-. Su obra gira básicamente en torno a la emancipación femenina, a la reivindicación de los derechos de la mujer, al reconocimiento de todas sus capacidades; en realidad es una lucha en contra de toda clase de violencia, no sólo contra la mujer, sino contra la lengua árabe y contra el pueblo argelino. Ella misma ha dicho: “Escribir sobre uno mismo, nos pone en riesgo de muerte”. Su incansable labor en pro de los derechos humanos le fue reconocida en el año 2000 por la Asociación de Libreros y Editores Alemanes, destacando, además, su lucha por la no distorsión del Islam. Ella misma ha declarado: “Escribo, como tantas otras mujeres escritoras argelinas, con un sentimiento de urgencia, contra la regresión y la misoginia”.

En 1999 es nombrada miembro de la Academia Real de la Lengua y de la Literatura francesa de Bélgica. Ya en 1995 había sido nombrada Directora del Centro de Estudios Franceses y Francófonos de Lusiana (USA) y desde el 2001 trabaja en la Universidad de Nueva York, como profesora de literatura francesa. En el 2005 fue elegida miembro de la Academia Francesa, siendo la primera mujer de origen magrebí en obtener dicho honor.

Delacroix

Su obra ha sido traducida a numerosas lenguas. Sin embargo, el libro más conocido es “Mujeres de Argelia en su apartamento”. El título hace referencia a uno de los cuadros más famosos de Eugène Delacroix, realizado por el artista en 1832, durante una breve visita a Argel, donde tuvo la oportunidad de conocer un harem. Es un cuadro de una extraña belleza, armónico, exuberante en el colorido, y en el cual el artista nos muestra un pequeño grupo de mujeres bañadas por una luz mágica, en el interior de sus habitaciones privadas; allí donde sólo podían entrar el marido y los eunucos. La mirada de Delacroix no le estaba permitida a todo el mundo, es como si el artista hubiera “robado” ese instante único y eterno. Es un cuadro lleno de sensualidad y de exotismo, donde se respira un aire lleno de códigos, de gestos desconocidos, de secretos, pero también de un drama ajeno, que los rostros de las protagonistas ocultan al intruso que las ha retratado. Es de anotar que la percepción de Delacroix, en lo que a la mujer árabe se refiere, fue bastante ingenua y a la vez extremadamente machista; su idea de las mujeres encerradas en vida, en las cuatro paredes de un harem, quedó resumida así:

““¡Es hermoso! ¡Es igual a los tiempos homéricos! ¡La mujer en el gineceo, ocupándose de los niños, hilando la lana, o bordando maravillosas telas. Es la mujer que a mí me gusta!” [1]

Mujeres de Argel

En el libro, Assia Djebart no sólo hace una férrea defensa de la mujer musulmana, sino que condena al colonialismo francés que abatió Argelia por espacio de más de cien años. El libro está dividido entre el “ayer” y el “hoy”; con lo cual nos enfrentamos a mujeres que les ha tocado vivir dos épocas completamente diferentes de la historia argelina y que han debido afrontar y soportar una sociedad extremadamente patriarcal. En el “Ayer”, está la mujer que debe afrontar el colonialismo y en la de “Hoy” la mujer que debe asumir los cambios que la historia y la independencia le han traído. Es un relato de difícil lectura.

Es un libro que está a medio camino entre el sueño y la memoria; lo que permite a cada mujer mostrarse tal cual es, en otras palabras, quitarse el velo. Y si hablo de sueños, me refiero, básicamente, a la evocación, que a veces pierde su sentido de realidad. Las mujeres de Assia Djebar, son mujeres que osan hablar de sus sentimientos, de sus miedos, de sus vidas, son mujeres temerarias; muy diferentes de la imagen de la mujer sumisa que tenemos en Occidente de la mujer musulmana. Es la mirada íntima de un lugar aún más íntimo: el apartamento, donde la vida privada y secreta se lleva a cabo; donde podemos ser nosotras mismas, sin engaños, sin máscaras que oculten nuestra verdadera naturaleza y nuestra verdadera historia.

“A lo mejor la amistad palestina servirá al fin…

-¿A qué?

- ¡A sacarte el odio!

- ¡El odio! Gritó el pintor mientras traía té y whisky. ¡si nosotros lo chupamos con la leche de nuestras madres explotadas! No han comprendido nada: no es solamente el colonialismo el origen de nuestros problemas psicológicos, ¡sino el vientre de nuestras mujeres frustradas!… ¡Estamos condenados desde que somos fetos.” [2]

Assia Djebar denuncia y cuestiona la opresión de la mujer musulmana, y al mismo tiempo le quita el velo, símbolo de la opresión de la que es objeto. Un velo que busca empequeñecerla, borrarla, hacerla invisible. El velo es la herramienta masculina, utilizada para evitar que la mujer sea crítica, pensante, analítica. El velo, tirado a un lado, transforma la sumisión de la mujer, en osadía, en valentía. El velo, impuesto por el hombre y por la religión, busca a la vez el “silencio” de la mujer. En el velo, el hombre esconde sus propias frustraciones, sus miedos atávicos, sobre todo el miedo a la mujer, a la diferencia, a la aceptación de la otra. Chahdortt Djavann, escritora iraní, dice al respecto:

“El velo condena el cuerpo femenino al encierro, puesto que en ese cuerpo radica el honor del hombre musulmán, por lo tanto él debe ser protegido. El velo traduce la alienación psíquica del hombre musulmán que construye su ser y su identidad en el miedo permanente de la transgresión femenina; una transgresión inquietante: una mecha de pelo o una pequeña parte de la piel que se deja ver”.[3]

El “silencio”, impuesto a la mujer, es en realidad el símbolo de la frustración masculina. El “silencio” impuesto por el padre a la hija, oculta los fracasos del padre y le es impuesto a la hija como una especie de “virtud”, léase incluso de “mutilación”. La niña, convertida en mujer, no conocerá el placer sexual; el “silencio” le arrebatará también la posibilidad de realizarse, de ser ella misma, de aceptarse. El “silencio” será la base de la autonegación, será la base de una vida de sumisión absoluta, servil, incluso, una vida de esclavitud. El libro de Assia Djebar, es un grito desesperado, lanzado a todas las mujeres y hombres del planeta. Un grito desgarrador que espera ser escuchado, repetido una y otra vez, hasta encontrar un eco que ayude a la mujer musulmana a dejar atrás tanta ignominia.
 Berta Lucia Estrada Estrada
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[1] Djebar, Assia. Femmes d’Alger dans leur appartement. Éditions Albi Michel S.A. 2002. Pág. 265. (Traducción libre de la autora del artículo).
[2] Idem. Pág: 84 (Traducción libre de la autora del artículo).
[3] DJAVANN, Chahdortt. Bas les voiles! Éditions Gallimard. Pág. 21-22. (Traducción libre de la autora del artículo)

http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2015/02/08/assia-djebar-pionera-del-feminismo-argelino/
http://sites.duke.edu/globalfrance/2012/10/21/assia-djebar-biographie/
http://lecturaylocura.com/lejos-de-medina/

2 comentarios:

  1. La página sobre Assia Djebar es hermosa, estoy segura que el habría encantado; mil gracias por darle esa ventana tan importante a mi artículo; hacer parte de tu blog es un privilegio enorme.
    Saludos
    Berta Lucía Estrada

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    1. Gracias Berta por tus palabras . Trabajamos sin duda para mostrar nuestros aportes como mujeres de la forma mejor que podemos y sabemos , ya sabes que nuestro trabajo es voluntario, pero lo que hace buena esta entrada es tu magnifico texto que nos acerca a una mujer unica . Gracias Berta ! Es un gusto juntar nuestras voluntades de forma sinergica para multiplicar el conocimiento sobre las mujeres.

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HH

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