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domingo, 7 de septiembre de 2014

Pilar Fidalgo Carasa

Gracias a los escritos de Helen Graham hemos podido bucear un poco en las mujeres presas en las carceles de Franco y para ello ha sido fundamental el libro escrito por Pilar Fidalgo .
Este libro refleja una gran inteligencia y memoria ,siendo tremendamente doloroso . 
Pilar como millones de mujeres se perdió para la vida publica tras este libro envuelta en sus hijos e hijas y tras el papel mucho mas publico de su esposo  Jose Almoina que murió asesinado en México, como respuesta a la visiblización de las barbaridades que el dictador Trujillo hizo en  República Dominicana  y que Jose conocía por haber trabajado cerca de él .
 Pilar Fidalgo Carasa  nació el 26 de Septiembre de 1903 en Morón de Almazán (Soria)  y era la hija de Tomás Fidalgo, natural de Benavente, y de Hilaria Carasa, natural de Viguera, en la Rioja, destacada como Maestra Nacional, lo cual debe haber influido decididamente en que su hija Pilar también estudiara la carrera de maestra en la escuela normal de Zamora y su delito para ser encarcelada fue el ser la esposa de su marido con el que se había casado en 1932 , tras otro matrimonio del que enviudo * .


Pilar Fidalgo Tuvo la fortuna de ser intercambiada en la cárcel por otros presos  en 1936 . Después salio a Francia y más tarde a República Dominicana y de allí a México.  Tuvo cinco hij@s. Nos informa su hija que murió en México en 27 de septiembre de 1990 ( abril de 2017).

Traemos la historia de su experiencia en la cárcel, recordando que el régimen franquista tenia claro la lucha contra "la nueva mujer "como nos indica Helen Graham :
… A mi llegada a la prisión, me hicieron subir por una escalera estrecha y empinada hasta la celda donde estaban encerradas otras detenidas, aproximadamente cuarenta, y me dejaron allí medio desvanecida. Con el pretexto de interrogarme me obligaban a subir y bajar esta escalera varias veces diariamente lo que, debido a mi parto reciente y a mi debilidad, me provocó una fuerte hemorragia. Como no me habían permitido llevar nada de ropa, ni para mí ni para mi hija, y como no había ni cobijas ni colchón, tuve que acostarme en el piso de cemento durante todo el tiempo que duró mi encarcelamiento, en pleno invierno y siendo que el clima de Zamora es uno de los más rigurosos de España. Trataba de cubrir a mi pequeña hija para que no sufriera demasiado. Sus manos y su cara se amorataban pues durante esos días la temperatura en el interior de la celda bajó hasta cuatro y cinco grados bajo cero y yo no tenía para protegerme y proteger a mi hija más que un pedazo de cobija que me había dado una compañera. Caí gravemente enferma y me arriesgué a pedirle a la carcelera –de quien hablaré más adelante– que llamara a un médico. El médico de la prisión se llamaba Pedro Almendral. Se presentó solamente por formalismo y al verme, solamente me dijo que la mejor manera de sanar era morir.
(…) El régimen de la prisión era bárbaro. Dos días después de mi llegada yo ya no podía amamantar a mi hija porque todas las emociones que había experimentado me habían secado la leche. Cada tarde me daban una taza de leche de cabra y de agua, que la pequeña tenía que tomar fría pues no nos era permitido encender ningún fuego.
Mi hija se enfermó de disentería y bronquitis. Mis compañeras de sufrimiento la llamaban «Miss Prisión».
Con terror veíamos llegar la noche y hubiésemos querido que el sol no se pusiera nunca. A las ocho o nueve de la noche comenzábamos todas a despedirnos. (…) Para las que tenían un niño pequeño con ellas –y el caso era frecuente–; numerosas eran las que, como yo, habían dado a luz recientemente; la primera señal de que iban a ser conducidas ante el verdugo era que se les quitaba a su niño.
Ya sabíamos lo que significaba esto; a una madre a quien le quitaban a su hijo sólo le quedaban unas cuantas horas de vida. Eran escenas desgarradoras, las condenadas a morir cubrían de besos a su hijo pequeño, lo estrechaban por última vez contra su pecho y era necesario arrancárselo a la fuerza. (…) Eso ocurría todas las noches; no recuerdo ninguna en que aquellas escenas dramáticas no hubiesen tenido lugar. En el profundo silencio en que nos hallábamos sumidas, oíamos primero los pasos en la escalera, luego los pasos en el corredor, luego la puerta se abría y aparecían los guardias civiles, falangistas que leían los nombres, muy lentamente, con una lentitud atormentadora. (…) La que por esta vez no había sido nombrada dejaba escapar un suspiro pensando que le quedaban veinticuatro horas de vida aseguradas, un pobre bien que nos parecía un bien precioso. (…) Lo más trágico era que las desgraciadas que iban a morir nos comprendían y salían rápidamente, algunas de ellas sin siquiera ponerse los zapatos. Por más larga, por más agitada que pueda ser mi vida, jamás olvidaré, jamás nosotras, las sobrevivientes, olvidaremos aquellos momentos.
Las dos noches más siniestras que pasé en la cárcel fueron la del 9 de octubre y la del 13 de diciembre de 1936.
Todavía tengo ante los ojos, siempre tendré ante los ojos, las espantosas visiones de esas dos noches. El 9 de octubre la mayoría de mis amigos de Benavente fueron asesinados


*Testimonio de Leticia Almoina Fidalgo: «Mi madre nunca ejerció su carrera de maestra, solo estuvo ayudando a su madre (Maestra Nacional) en la escuela en Benavente».
 «Mi madre era viuda cuando se casó con mi papá. Según pláticas con mi madre, su primer esposo estaba muy enfermo sin saberlo ella. Cayó en cama inmediatamente después de la boda y al poco tiempo murió testimonio de Leticia Almoina Fidalgo, 30 de enero de 2008
El matrimonio no se hizo esperar, en Benavente se conocen y en Benavente se casan en octubre de1932

http://www.laopiniondezamora.es/benavente/2011/10/23/benaventana-denuncio-caudillo/554099.html
file:///C:/Users/t2003/Desktop/volumen_74_2pag%2036.pdf
http://www.cronicasdelaemigracion.com/articulo/galicia/xurxo-martnez-present-un-libro-sobre-la-vida-de-jos-almoina-y-pilar-fidalgo/20091026105441017761.html
http://pares.mcu.es/MovimientosMigratorios/detalle.form?nid=3463
http://www.foroporlamemoria.info/2012/06/carceles-y-campos-de-concentracion-en-castilla-y-leon/

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HH

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